martes, 26 de abril de 2016

Suspenso en cibersexo

En mis tiempos de soltería empedernida paso por muchas fases.  Y es que en cuestión de días o semanas puedo pasar de la fase “no me toques ni con un palo, que no me apetece reproducirme ni por mitosis” a la fase “Emma deja de tirarme los trastos que vivimos juntos…”. Son problemas que hacen que me conozca un poco más, y que sepa cómo atajarlos de maneras más o menos efectivas. Una de esas fases, es la fase “redes sociales”. Es decir, me aburro mucho, voy a meterme a una página de ligar, a ver si hablo con alguien.
El procedimiento es el siguiente, yo me meto a la página, en la que seguro tengo cuenta y me pongo a vislumbrar el horizonte nabal - que no naval - existente.  La mayoría de veces pierdo la fe en la humanidad y me entran ganas de arrancarme todo el sistema reproductor de golpe, hasta que doy con algún posible candidato a “míster mata aburrimiento del martes por la noche”.
Cuando ha tenido lugar este hecho y encuentro a alguien más o menos aceptable comienzo a hablar, y entro en esa especie de protocolo no escrito pero que se sigue mucho en las páginas de ligar. Os voy a poner un ejemplo, con anotaciones del director incluidas:
Participante: Hola guapa, que tal? ;) (¿Guiño? ¿Estamos en 1997 o qué?)
Yo: Hey! Qué tal? (me apetece hablar pero no te vengas arriba, guapito)
P: Bien, aquí un poco aburrido, y tu? No tienes sueño? (Siempre que me hacen esta pregunta lo leo con un tono psicópata pederasta muy chungo)
Y: Jajajaja no, de momento no
P: Y de dónde eres? (Persona que se fija poco en los detalles, directamente nada, porque pone perfectamente de donde soy en mi perfil)
Y: De Albacete jaja (Si de algo peco es de poner constantemente “jaja”. Atisbando por cierto, que en ninguna de esas ocasiones he movido un músculo de la cara)
P: Y que buscas por aquí? (Pregunta clave pero a la que no puedes ser sincera)
Y: Pues divertirme un rato (¿En serio Emma?)
P: Oye y si hablamos mejor por whatsapp, esto va un poco mal (Pokeball master Premium pepinahüer lanzadísima e impactando contra tu cara)
Normalmente en estas situaciones me asusto, cierro la ventana del chat y me pongo a ver dibujos animados hasta que se me pasa, pero en el caso concreto que me inspiró esta entrada decidí dar un paso más. Decidí dar un paso más porque me estoy dando cuenta de que son cosas que la gente normal hace. Y mis amigas en algunos casos también.
Así, tras una media hora de conversación sobre el “a qué te dedicas”,” qué películas y series ves”,” a que festivales has ido este año” y el “Sí, a mí tampoco me gustó su directo” llegó la zona crítica. La zona crítica es esa parte de la conversación donde la otra persona ha decidido que llegó la hora de hablar de temas más subiditos de tonos, y en el que mi cuerpo entra en alerta roja.
Yo debo de ser de las pocas personas en este mundo en el que no solo no me gusta mandar ni que me manden fotos guarras por el móvil, sino que además entro en pánico. Comienzo a hiperventilar, me sale sarpullido por los brazos y se me cae el pelo ante la remota idea de intercambiar fotos con cualquier individuo.  Pero respiro, mantengo la calma, me tomo dos ansiolíticos y en esta ocasión decidí ponerme a prueba. Como he dicho antes, por lo visto es una práctica habitual, a la que yo no estoy nada familiarizada.
Mientras pienso todo esto, recibo otro mensaje al móvil. Concretamente una imagen. Concretamente de un pene. Concretamente bastante erecto. Y ahí es entonces cuando entro en alerta roja 2, porque si hay algo que es más difícil que enviar una foto subidita de tono, es como contestas a esos mensajes.
Yo seguía en mi línea de “tengo que intentarlo, es algo normal, no te asustes, es un pene en una fotografía”. Sí, joder, pero ¿qué le digo ahora?
Como soy tan negada para esto, lo intento respondiendo “Uffff”. ¿Ufff? ¿De verdad va a colar eso? ¿Alguien puede ser tan inútil para que eso te motive a seguir hablando con una persona a la que le has enseñado la polla? Pues al parecer sí, y en cuestión de segundos recibo la contestación.
-¿Te gusta eh? Ahora tu ;) (otra vez el puto guiño de 1997)
¿Cómo que ahora yo?  Fase de alerta roja 3 activada. ¿Ahora yo qué? ¿Una foto? ¿Cómo? ¡Si no tengo pene! ¡Si voy en pijama! ¡El trato era hablar, no moverse de la cama!
Parte derecha superior de la pantalla de chat de wahtsapp. En opciones. Más. Bloquear. Borrar conversación y a seguir viendo “My Little Pony”.
De verdad que lo intenté, de verdad que hice un verdadero esfuerzo mental para mantener una conversación “guarrilla”, pero es algo superior a mis fuerzas. Soy una completa negada. Y antes me daba vergüenza admitirlo, era como mi talón de Aquiles, pero en vez de gastar mis esfuerzos en adular la foto del pene de un desconocido mientras me desorino de risa, prefiero gastarlos en desorinarme de mi misma admitiendo que soy un zote para el cibersexo. Aunque suene patético y poco excitante, ser un zote para el cibersexo tiene sus ventajas. Una de ellas es saber que nunca podrán chantajearte con una foto de tu vagina, sabes que no te va a saltar el corazón cada vez que veas anuncios de sexo amateur, o que al día siguiente puedes mirar a tu madre a la cara muy dignamente. Nunca tendré una de esas conversaciones como:
-Hija, ¿que tal has dormido?
-He dormido bien ha sido una noche movidita… Estuve compartiendo fotos de mis genitales con los de un desconocido de un pueblo de Burgos.
Vale, quizá no se tengan ese tipo de conversaciones con una madre, pero de verdad tengo que decir que admiro a la gente que es capaz de estar en la cama y desnudarse de propio para una foto, en la que además ¡sale bien!
Partiendo del hecho de que mis mejores fotos las tengo con más alcohol en el cuerpo que el ejército ruso, la simple idea de hacerme una foto en bolas un martes noche después mientras me está dando un ictus, me aterra. Y es que son cientos las veces que he dicho “venga va, voy a intentarlo”, pero nada, no hay manera. Para empezar, el ruido que se hace, que me da vergüenza ajena hasta a mí misma, y cuando ya estás de pie y te dispones a bajarte los pantalones y a quedarte en el sexy look de camiseta y braguitas que nunca falla, pero de repente te miras al espejo y ves la camiseta que llevas de pijama. La camiseta horrible de propaganda que llevas de pijama, color beige claro y con el logotipo de “Construcciones Fernández”, y entonces se te aparece en la mente un señor random, el Señor Fernández, que curiosamente se da un aire a no sé quién que te cae muy mal, y te preguntas si esa persona también intercambia fotos de su anatomía física con otras personas que no conoce de nada, y mientras tú ahí, con los pantalones por las rodillas… Decides sudar de la camiseta y del Señor Fernández, y ya de paso de los pantalones. Pero claro, quién te iba a decir a ti esa misma mañana de martes cuando cogieses las bragas más anchas y desgastadas del cajón que te ibas  a hacer una foto con ellas. Coges unas bragas mejores del cajón y que sea lo que Dios quiera. Te miras al espejo, te adecentas un poco el pelo de “gorro-humedad-frio-calefacción-repeinarse 30 veces el flequillo” que llevas y te miras al espejo, y oye, para ser un martes por la noche no estás del todo mal. No bien, pero tampoco mal, total, si es una foto.
Entonces después llega el momento de pasar a la acción y de inmortalizar el maravilloso cuerpo torneado, liso, puro y casto cuerpo que el destino ha decidido que no tengas. Son momentos tensos de una media de 16 fotos, pero sin duda, lo que peor resulta es la iluminación. Los problemas de iluminación son la principal causa por las que existe el porno bien hecho (sí, ya sé que hay porno muy mal hecho). Y es que a ver cómo pones la luz de la mesilla para que no haya demasiada luz y se vea, pero no desde ese ángulo que hace sombra y me hace más gorda, y así tampoco que me salen ojeras, pero de aquella manera mucho menos que se me nota la celulitis. Y cuando ya tienes una mezcla de ojeras, celulitis y una sombra que te hace más gorda (realmente es la sombra de navidad) decides hacer la foto. En una persona normal saldrá bien o medianamente bien, en una persona con gafas, el reflejo de la mesilla de noche que tanto te ha costado situar hará que parezcas Terminator. Así que vuelta a repetir la foto, hasta que a la trigésimo sexta foto sales medio bien. La envías, y bien, prueba superada con éxito ¿no? ¿Puedo irme ya a seguir viendo jugadores de rugby en tumblr?
Pues al parecer no, y vuelves a recibir otra foto. Ya no sale un pene, ahora sale un hombre, enseñando el pene, frente al espejo. Supera mis esquemas. Empiezo a girar en círculos mientras sacudo las manos y grito. Bloquear. La próxima vez que me aburra de noche y quiera hablar con alguien llamaré al teléfono de la esperanza.

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