viernes, 12 de marzo de 2010

Cosquilleo

A pesar de pasar por bastantes escenarios sexuales, este es el que menos frecuento. Pero esto se acabó. Noches tranquilas y oscuras.

Desde hace un tiempo, protagoniza en mí una agradable sensación de cosquilleo en mi clítoris cada vez que me rozo con algo. Ese cosquilleo me recorre el cuerpo de arriba a abajo, y se queda en medio, pidiéndome que siga con mis dedos por debajo de mis braguitas y no pare de acariciarme. Y así hago. Me retuerzo entre mis adentros, y me encanta.
Lo pruebo una, y otra, y lo vuelvo a probar, y me encanta. Pienso día y noche en cuando me podré volver a reunir con mi acompañante de placer en esta intensa velada que pone un final alegre a mis noches más húmedas.
Es época de exámenes, de estudiar y de no moverse... ¿Y que mejor forma de relajarse que acariciarse un poco la entrepierna?
Sonará cerdo y atrevido, pero ¿acaso nadie se siente así entre sabanas?

Mi historia comienza así. Salgo de casa, bien preparada, y camino unas dos manzanas aproximadamente. Llego, subo cinco pequeños escalones y llamo. Espero, me abre, llego, y sé que aquí comienza la fiesta. Porque cada vez que alguien tiene sexo, es una fiesta. Entre palabras y tonteo, llega la frase de "¿Vamos a mi cuarto?". Aquí se rompen mis esquemas de cita perfecta. Se oye la música, se nota el movimiento de las sabanas ante un cuerpo que se sienta...Los zapatos en el suelo y las manos bajo la almohada.
Empieza el ritual. Primero, mi favorito, juegos sexuales. Y comienzan así un largo e intenso pasar del tiempo que conllevará a excitarme cada vez mucho más. Caricia por aquí, mordedura por allá, mano que baja, lengua que sube, y todas esas cosas que ya sabemos que pasan entre una pareja (o más). Todo comienza a dar calor. El frío se esfuma y de repente pasa. Se produce el intenso placer. Amantes y bandidos uniéndose en un solo ser. Deseándose e instintivamente, auto complaciéndose. Arriba, abajo. De un lado o de otro. En eso consiste la segunda parte. Me agarra y me excito más aun. Y de repente, el cosquilleo. Sabes que estás cerca y tus movimientos se aceleran. Hasta que sin darte cuenta... ¡BOOM! El placer estalla. Salta. Sale. Como un cañón de confeti. Como el hombre bala del circo. Como la tetera avisándonos. Como el cartero. Como el canto del gallo a primera hora. Sale. Y es instintivamente inevitable.
Cada uno a un lado, cigarro por aquí, cigarro por allá, bebes agua, vas al baño, vuelves y comprendes a la perfección que el mundo no seria mundo sin música, ni sexo.
Atrevido. Osado. Explícito. Sucio. Pero… ¿acaso no nos gusta?