lunes, 26 de abril de 2010

Cosas de la vida.

Por alguna extraña razón, las personas nos necesitamos unas a otras. Entre nosotras existe un extraño sentimiento denominado "amor", y los hay de muchos tipos, erótico, familiar, amistoso, cariñoso, obsesivo y un sin fin de amores más. Por alguna otra extraña razón, huimos del amor, sobretodo del erótico, que a su vez se divide en varios tipos de amor, completo, vacío, fatuo, compañero, romántico, etc. Pero, ¿qué nos asusta del amor? ¿El compromiso quizá? Y en realidad, ¿qué es el compromiso? Algunos psicólogos lo han denominado como “el esfuerzo por cuidar y mantener el amor para que evolucione y no desaparezca”, y sorpresa, no son una serie de cadenas, porque las cadenas, nos atan, y algo que nos ata, nos hace daño y no nos gusta. Entonces, visto así, nos asustan las cadenas que, con una base moralista religiosa o simplemente impuesta por la sociedad, se apoyan en una serie de reglas del tipo llamar, estar pendiente de, serle fiel a, etc, etc y etc.
Y si nos da miedo, ¿por qué le damos coba? El amor es algo extraño, ambiguo, etéreo y complicado que aún, a día de hoy, nos llama la atención y llama a nuestra puerta de vez en cuando, y que a pesar de ser como un vendedor de enciclopedias y tenerle miedo, abrimos y, ¿quién sabe si nos llevamos o no una bonita colección de libros?
Hay que arriesgarse, señores.






Almendros en flor

viernes, 12 de marzo de 2010

Cosquilleo

A pesar de pasar por bastantes escenarios sexuales, este es el que menos frecuento. Pero esto se acabó. Noches tranquilas y oscuras.

Desde hace un tiempo, protagoniza en mí una agradable sensación de cosquilleo en mi clítoris cada vez que me rozo con algo. Ese cosquilleo me recorre el cuerpo de arriba a abajo, y se queda en medio, pidiéndome que siga con mis dedos por debajo de mis braguitas y no pare de acariciarme. Y así hago. Me retuerzo entre mis adentros, y me encanta.
Lo pruebo una, y otra, y lo vuelvo a probar, y me encanta. Pienso día y noche en cuando me podré volver a reunir con mi acompañante de placer en esta intensa velada que pone un final alegre a mis noches más húmedas.
Es época de exámenes, de estudiar y de no moverse... ¿Y que mejor forma de relajarse que acariciarse un poco la entrepierna?
Sonará cerdo y atrevido, pero ¿acaso nadie se siente así entre sabanas?

Mi historia comienza así. Salgo de casa, bien preparada, y camino unas dos manzanas aproximadamente. Llego, subo cinco pequeños escalones y llamo. Espero, me abre, llego, y sé que aquí comienza la fiesta. Porque cada vez que alguien tiene sexo, es una fiesta. Entre palabras y tonteo, llega la frase de "¿Vamos a mi cuarto?". Aquí se rompen mis esquemas de cita perfecta. Se oye la música, se nota el movimiento de las sabanas ante un cuerpo que se sienta...Los zapatos en el suelo y las manos bajo la almohada.
Empieza el ritual. Primero, mi favorito, juegos sexuales. Y comienzan así un largo e intenso pasar del tiempo que conllevará a excitarme cada vez mucho más. Caricia por aquí, mordedura por allá, mano que baja, lengua que sube, y todas esas cosas que ya sabemos que pasan entre una pareja (o más). Todo comienza a dar calor. El frío se esfuma y de repente pasa. Se produce el intenso placer. Amantes y bandidos uniéndose en un solo ser. Deseándose e instintivamente, auto complaciéndose. Arriba, abajo. De un lado o de otro. En eso consiste la segunda parte. Me agarra y me excito más aun. Y de repente, el cosquilleo. Sabes que estás cerca y tus movimientos se aceleran. Hasta que sin darte cuenta... ¡BOOM! El placer estalla. Salta. Sale. Como un cañón de confeti. Como el hombre bala del circo. Como la tetera avisándonos. Como el cartero. Como el canto del gallo a primera hora. Sale. Y es instintivamente inevitable.
Cada uno a un lado, cigarro por aquí, cigarro por allá, bebes agua, vas al baño, vuelves y comprendes a la perfección que el mundo no seria mundo sin música, ni sexo.
Atrevido. Osado. Explícito. Sucio. Pero… ¿acaso no nos gusta?